miércoles, 10 de diciembre de 2008

PRIMERA ESCENA
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EL PIANO DE LADY O´CALLAGHAN
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En el Café de Zhivago existe un piano donde Lady O´Callaghan se sienta a tocar, con esa magia de carnaval, entre chascarrillo y confidencia que algunas gentes de por allí le cuentan.

Al Café de Zhivago acude gente de todo pelaje y condición, desde una marquesa que enviudó y se casó con Marie Brizard más unas gotas de azahar, hasta un jefe de pista de circo, un búho que aprende pronto por lo mucho que se fija, y un ilusionado escritor que nunca quiso entregar sus escritos a su ya fallecido editor.

Amén de meretrices, impostores, ejecutivos y defraudadores, gentes con un buen pasar, meapilas, mariconsones y otras hierbas del lugar. También artistas de teatro, esos a los que en su casa les espera siempre un gato, funcionarios, separadas y viudas de alto copete que, en cuanto te descuidas, te ponen en un tremendo brete.

Cuando a Lady O´Callaghan no le llega la inspiración, siempre hay alguien que se acerca y dejándole un cigarrillo sobre la tapa, da rienda suelta a una tierna perorata. Entonces Lady muerde el cigarrillo, entrecierra sus ojos y pone cara de que le escucha con atención.

El piano de Lady O´Callaghan es el confesionario de todos los que por allí se acercan a contarle sus tristezas y ella les pone de penitencia un chupito de ron y media copa de ginebra.

El jefe de pista del circo se confiesa con su voz de timbre único pero silenciando siempre lo de distinguido público. Al jefe de pista lo dejó la trapecista una noche en que su portor, después de un doble mortal, le mostró sus señas de identidad. El jefe de pista no se recuperó de la cabriola y, desde entonces, se baña en sus lágrimas como si fuesen olas.

La marquesa de Culoplano nunca conoció varón, pero en sus noches de largo desierto siempre tiene un instante para jugarse su flor al póker abierto. Cinco cartas, cinco dedos en la mano, pero sólo uno le recordó aquel verano, cuando a punto estuvo de besar las estrellas en compañía de su primo hermano.

Pero Lady O´Callaghan sigue cantando y esperando que alguien la lleve a la luna o que, en otras palabras, la quieran con ternura, por mucho que su piano sea el confesionario de todos los que por allí se acercan a contarle sus tristezas y ella les ponga de penitencia un chupito de ron y media copa de ginebra.

4 comentarios:

  1. Hola Zhivago. Qué buena entrada para empezar un blog. Escribes muy bien. Buen trabajo.
    Ah! Gracias por visitarme. Por cierto, ¿nos conocemos?

    Saludos :)

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  2. Gracias Raquel por visitarme y por tus palabras. Claro que ya hablamos otras veces, fue en el Rincón ¿recuerdas?

    Ocurre que visitando el otro día tu blog, me dio por pinchar en crear y así he empezado. Veremos que sale.

    Un saludo

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  3. Pues espero que continúes, tu blog promete.
    Recuerdo el Rincón pero no estoy segura de conocerte, al menos con ese nick. ¿Cuál utilizabas allí?

    Buen fin de semana.

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  4. Perdona Raquel que no te haya contestado pero se me pasó. Yo en el Rincón no podía hablar.

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